Celebración-del-día-de-las-Madres y su rol como educadoras.
Santo Domingo, 26 de mayo de
2018
Profesor Edward Céspedes
Me gustaría en esta
oportunidad tan importante, compartir con mis lectores este importante
artículo, dedicado a ese maravillo ser creado
por Dios, como ayuda idónea para el hombre, Génesis 2:18 Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una
ayuda idónea.
Lo
dedico a las madres Dominicanas y
de todo el mundo.
Como
cristiano creo muy importante compartir con ustedes lo que dice la palabra de Dios en la biblia acerca del rol de las madres.
A continuación comparto con ustedes.
Acerca de la madre ideal, la Biblia nos dice en Proverbios 31:28 “Se
levantan sus hijos y la llaman bienaventurada, y su marido también la alaba”.
Ser madre, es un rol muy importante que el
Señor elije darle a muchas mujeres.
A las madres se les pide que amen a sus hijos. En Tito 2:4-5 leemos: “que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada”.
A las madres se les pide que amen a sus hijos. En Tito 2:4-5 leemos: “que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada”.
En Isaías 49:15ª la Biblia dice:
“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo
de su vientre?”
¿Cuándo comienza la maternidad? ¿Al nacer el bebé? No, de acuerdo a lo que dice la Biblia no es así. La palabra de Dios dice que la maternidad comienza desde la concepción.
En el Evangelio de Lucas, capítulo 1 María había sido visitada por un ángel que le dijo que iba a tener un bebé aunque era virgen. María fue a visitar a su prima Isabel que estaba embarazada de seis meses.
¿Cuándo comienza la maternidad? ¿Al nacer el bebé? No, de acuerdo a lo que dice la Biblia no es así. La palabra de Dios dice que la maternidad comienza desde la concepción.
En el Evangelio de Lucas, capítulo 1 María había sido visitada por un ángel que le dijo que iba a tener un bebé aunque era virgen. María fue a visitar a su prima Isabel que estaba embarazada de seis meses.
El relato bíblico nos cuenta del momento en que María entró a la casa de Isabel y la saludó. “Isabel exclamó a gran
voz: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¡¿Por qué
se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?! Porque tan
pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que
le fue dicho de parte del Señor.”
Un punto de vista de equilibrio sobre la madre
de acuerdo a Dios padre.
El Creador le asignó a la mujer un
papel muy honorable en la familia.
El primer libro de la Biblia
relata: “Yahveh Dios pasó a decir:
‘No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él’” (Génesis 2:18).
Así, la primera mujer, Eva, llegó a ser el complemento, o compañera, de Adán. Fue creada para ser justo la ayudante
que él necesitaba.
Ella formaría parte del propósito
divino para la pareja:
tener hijos y atenderlos, así como cuidar de la Tierra y los animales. Le brindaría el estímulo intelectual y el
apoyo que se espera de una compañera genuina. Podemos imaginarnos lo feliz
que se sintió Adán cuando recibió un regalo tan hermoso del Creador (Génesis 1:26-28; 2:23).
Con el paso del tiempo, Dios dio
pautas sobre cómo tratar a las mujeres.
Por ejemplo, las madres israelitas merecían ser tratadas con respeto,
no con desprecio. El hijo que “invocara el mal contra su padre y su
madre” recibía la pena capital. Y al joven cristiano se le exhortó a ser
‘obediente a sus padres’ (Levítico 19:3; 20:9; Efesios 6:1; Deuteronomio 5:16; 27:16; Proverbios 30:17).
Bajo la dirección del esposo, la madre
debía educar tanto a sus hijas como a sus hijos. A los hijos varones se
les ordenó:
“No abandones la ley de
tu madre” (Proverbios 6:20). Además, el capítulo 31 de Proverbios contiene “el mensaje de peso que
la madre del rey Lemuel le
dio al corregirlo”.
Oportunamente
lo aconsejó sobre las bebidas alcohólicas al decirle: “No es para los
reyes beber vino, ni para los altos funcionarios decir: ‘¿Dónde hay licor
embriagante?’, para que uno no beba y se olvide de lo que está decretado y
pervierta la causa de cualquiera de los hijos de la aflicción” (Proverbios 31:1, 4, 5).
Por
otro lado, todo joven que pensara
casarse debía analizar la descripción que hizo esta mujer sobre la “esposa
capaz”, cuyo “valor es mucho más que el de los corales”. Tras explicar la
enorme aportación que esta clase de mujer hace a favor de su casa, la madre del
monarca dijo: “El encanto puede ser falso, y la belleza puede ser vana; pero la
mujer que teme a Jehová es la que se procura alabanza” (Proverbios 31:10-31). Queda claro, pues, que el Creador
confirió a la mujer un puesto en la familia muy digno y de gran
responsabilidad.
En la congregación cristiana, la
esposa y la madre también reciben honra y alabanza. Efesios 5:25 dice: “Esposos, continúen amando a sus esposas”. El joven
Timoteo, a quien su madre y su abuela le enseñaron a respetar “los santos
escritos”, recibió el consejo divinamente inspirado de instar “a las mujeres de
más edad como a madres” (2 Timoteo 3:15; 1 Timoteo
5:1, 2). Así, el hombre debe respetar a una mujer mayor como si
fuera su madre. No hay duda alguna, Dios valora a las mujeres y les
confiere una posición muy digna.
Estos son solo algunos importantes apuntes de lo que nos dice Dios en su
palabra sobre el rol de la mujer como madres. Importantísima misión encomendada
por Dios padre, que solos ellas podían y pueden cumplir.
Quiero en esta oportunidad,
dedicar estas letras enfocándome en el importantísimo rol de las madres como educadoras de sus hijos e hijas. Labor invaluable que realizan en silencio,
sin premio alguno, más que el amor que
reciben de estos, con tanta entrega,
amor y dedicación.
Para
continuar con este escrito, un intento de homenaje a las madres del mundo, en
especial las madres Dominicanas. El dictado de mi
consciencia me indica que debo iniciar estas líneas de agradecimientos a tan maravilloso ser, sin el cual la vida no sería posible,
después de Dios, con mi madre
Dulce María Amparo, seguida de mi maravillosa esposa, Arlenny Parra, mi suegra, cuñadas, tías, entre otras grandes
mujeres que han estado cercanas en mi vida.
Desde Diario libre digital.
Himno a las madres.
Cantemos de las
madres su ternura y su afán
Canción
que es canto de Doña Trina de Moya, la esposa del antiguo presidente Horacio
Vásquez, una y otra vez cada día, la canto porque además de bonita, es de todas
las madres, con el privilegio que nos da la vida. “Venid los moradores del
campo y la cuidad, entonemos un himno de intenso amor filial, cantemos de las
madres su ternura y su afán y su noble atributo de abnegación sin par...”.
Así
es, porque ser madre es el privilegio que nos da la vida, con la maternidad
creamos la humanidad, damos ejemplo de educación y buenas maneras a nuestros
hijos e hijas. A esos les enseñamos la honestidad, el respeto ajeno y otras
tantas cosas para que sean hombres y mujeres con un dulce encanto de sus vidas
y ciudadanos con amor a su Patria.
Cuando
las madres han muerto, los hijos e hijas tienen que darles un adiós, y de
seguro se les estremece su corazón, rezan y van al cementerio a llorar y rezar.
“Cubramos con flores la tumba sencilla de madres que moran en la eternidad y
honremos con flores la frente que aún brilla, que aún brilla y esplende la
maternidad...”.
Si
además de ser madre, se es abuela, bendito sea Dios. Abuelear es otro
privilegio, se disfruta con risa, se le canta canciones en las cunas mientras
se van durmiendo los nietos y se ríe de todo lo que hacen. Dios nos ha dado el
privilegio de la maternidad y ser abuela. Yo estoy feliz, aunque solo tengo un
hijo y un nieto, los amo, los disfruto y les envío besos y abrazos cada día.
Se
celebra el Día de la Maternidad y aunque no se haga celebración, madres y abuelas
somos felices. Dios nos bendiga.
Gracias
te damos Señor por tantas bendiciones recibidas a través de este maravilloso
ser que creaste, las madres!
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